jueves, 25 de febrero de 2010

de pico contra el planeta

lecciones sobre la pereza y la responsabilidad

historia onírica:

Ante sus pocas responsabilidades un sujeto transgrede su ciclo de descanso, conciliando el sueño pocas horas antes del amanecer y despertando incluso después del medio día. Se escusa en que en el día logra sueños lúcidos en donde su voluntad interfiere en su mundo onírico, pero esto pocas veces lo logra.
Su lucha para salir de la cama se hace tan fuerte que pierde la voluntad de su vida real. Cierto día este hombre sigue absurdamente su juego entre la vigilia y el sueño hasta la 1pm a sabiendas de que tenía una cita a las 2:30pm. Se levantó almorzó, se bañó y salió a las 2pm a reparar su bicicleta para cumplir con su cita. Llevaba toda la semana sin ir a arreglar una llanta que por torpeza dañó y justo ese día no quiso utilizar servicio público por que lo detesta y además llegaría aún más tarde a su destino. Caminó a una bicicletería donde le arreglaron su bicicleta aunque quedó con un ligero daño irreversible. Empezó a llover de una forma repentina y potente, las personas de la bicicletería se apresuraron a tapar con unos plásticos las bicicletas que dejan al aire libre, el hombre maldijo, aprovechó y se robó una tapa para la válvula de la llanta (también se la habían robado a él). A las 2:30 decidió afrontar la tormenta y salir a toda velocidad hacia donde sus compañeros lo esperaban para ensayar unos ejercicios teatrales.
Nuestro personaje llamó a su amiga para excusarse, mintiendo al decir que se había pinchado y que la lluvia lo demoraría aún más. Retomó su viaje con mucho ímpetu casi influyendo para que la tormenta empeorara. Siguió por su camino de rutina, donde varios muchachos auxiliares de policía también corrían al parecer para llegar a una reunión. El ciclista se atravesó un breve túnel que da hacia un puente; entonces él aceleró para aprovechar el impulso y no tener que parar en la subida. En ese lugar hay un bache en donde vio algo puntiagudo que a ultima hora quiso esquivar. (suceso en cámara lenta)
El volantazo hizo que perdiera el control de la bicicleta, las llantas no se agarraron al piso por causa del agua, el hombre salió disparado hacia el cemento (gritó una maldición) golpeándolo fuertemente con su cara. Luego del accidente la reacción inmediata fue tocarse la cara para revisar si algo grave había pasado, descubrió sangre. Se acostó de espalda en el piso, la lluvia caía en su cara, sentía varios dolores en su cuerpo y la sensación de agobio y angustia de todo accidente. Pronto llegaron unos auxiliares de policía, uno de ellos le preguntó que si se habia hecho mucho daño, y él tipo dijo afirmó a pesar de la obviedad. El auxiliar lo agarró de su brazo izquierdo para lentarlo pero el hombre se quejó y dijo que lo soltara. Acostado en el piso, consilió el sueño, pero sin soñar. Oscuridad. 
El tiempo que se evadió de la realidad es incierto, incalculable. Abrió los ojos y con cara de extrañesa vio a un grupo de jóvenes uniformados de verde oliva, gritándole para que despertara y que si no lo hacia tocaba llamar a una ambulancia. Nuestro personaje duró cierto tiempo en recordar que estaba pasando, demasiado para darse cuenta de que esto no era un sueño. Una vez supo que todo era parte del accidente se apresuró a levantarse del suelo con ayuda de los muchachos. Agradeció la colaboración, se palpó la cara y no había mucho daño. Buscó un pañuelo de papel para limpiarse la sangre, pero no había mucha. Los auxiliares al ver que el sujeto podía seguir solo su camino, salieron corriendo. Retomó su camino caminando llevando su vehículo con la mano; un señor mayor en su bicicleta paso a su lado y dijo: aquí me caí esta mañana.
Atravesó el puente y llegó al otro túnel donde termina, ahí le compró una bolsa de agua a una vendedora ambulante. Pensó que era absurdo que quisiera agua en medio de tan fuerte lluvia, pero necesitaba tomar agua y limpiarse la boca. Solamente se rompió el labio superior, que había amortiguado el golpe en la cara. 
Se volvió a subir a la bicicleta y salió del túnel desafiando la lluvia que no cesaba. pensó en muchas cosas, reflexionó el por qué de su accidente, pero no pensó en volver a casa dejando plantados a sus compañeros. Se desvió por su lugar favorito, el parque de la biblioteca Caracol. Subió por uno de sus caminos para hacer un atajo. Se detuvo en frente a una de las colinas más empinadas, tenía que bajarla para no dar una vuelta extra. Dudó un rato y luego pensó: "no creo que me caiga dos veces seguidas, la realidad no es tan absurda", entonces decidió bajar montado en su vehículo. Lo logró hábilmente, llegando a gran velocidad a un suelo plano pero extremadamente liso; tenía que esquivar un árbol así que giró el volante hacia la izquierda pero de nuevo las llantas resbalaron. Cayó fuertemente (gritó una maldición) y se deslizó por el piso unos tres metros. Ahora había caído por el otro lado y complementó el daño del primer accidente. Nuestro protagonista sintió mucha rabia y desolación, mientras insultaba a la vida salieron unas lágrimas de dolor e indignación. Este sueño era una pesadilla. 
La bicicleta sufrió un poco y tuvo que reparar su cadena. Se montó de nuevo en ella y continuó su trayecto por cerca de media hora más en una lluvia con un poco de granizo. Por fin llegó a su destino donde los compañeros con mucha paciencia lo esperaron hasta las 3:40pm. La lluvia había cesado. El joven hombre pensó que había atravesado una gran prueba, que había llegado milagrosamente. Se disculpó avergonzado y rápidamente se concentraron en su ensayo teatral.

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¿Cómo interpretar estos sucesos reales pero con una dinámica bastante onírica?
¿Qué lecciones debo aprender de esta experiencia? ¿Qué me grita la realidad?

Más de 24 horas han pasado. Mi boca ya esta bastante desinchada, se esta recuperando muy rapido, mañana estará casi normal. Mis piernas tiene moretones, pero no raspadas, la lluvia me hizo deslizar sin rasgar la piel. Mi hombro izquierdo está sensible como siempre, muy dislocable. Lo mas grave es mi otro brazo ya que el primer golpe lo recibió mi hombro derecho. Hoy no puedo levantar el brazo, me duelen movimientos amplios, tengo que ayudarlo con mi otra mano para moverlo. Si me quedo quieto en este momento nada me duele.

Siento que muchos milagros sucedieron. Las caídas fueron aparatosas pero no hubo muchos daños. Cuando caí de cara o pico contra el planeta me asusté mucho, pensé que me había roto la nariz o los dientes, pero tengo el don de tener unos hermosos labios muy carnosos que me protegieron bastante. No estoy seguro si fue un desmayo o si huí durmiendo de la situación. En ese momento aún estaba adormilado y con esa extraña facultad que la vagancia me ha dado para la somnolencia voluntaria. Posiblemente del susto usé como mecanismo de defensa el dormirme. 
El señor mayor que me dijo que había se caído ahí mismo pero que seguía andando con alegría y seguridad, en el fondo me animó a continuar. Luego de cada caida seguí amando mi bicicleta, yo la adoro, es mi instrumento de liberación más hermoso, a pesar de los posibles accidentes no puedo atemorizarme con mi bici (hace unos minutos quise expresarle mi afecto dándole un beso pero casi me saca el ojo). De hecho asumí de nuevo el riesgo al bajar la peligrosa colina justo 5 minutos atrás del primer golpe. Me traicionó mucho el raciocinio de que no me caería de nuevo, todo puede pasar asi parezca imposible. Llevo cerca de 3 años y medio andando en esta bicicleta y muy pocas veces me había caído, soy un buen conductor y bastante prudente (poco a poco la confianza me ha hecho menos prudente, tengo que reconocerlo).
Siento que la lección más importante es sobre la puntualidad o mejor sobre la responsabilidad. Si hubiese mandado a arreglar la bici unos días atrás, o hubiera madrugado aquel día para hacerlo, habría salido oportunamente a la cita, hubiera andado sin prisa y la lluvia no me hubiera cogido sino ya hasta el final. 
¿Cuál es mi problema con madrugar? Soy vergonzosamente víctima de la comodidad. Me doy el lujo de la pereza. Soy un ser despreciable en ese sentido. No asumo mi adultez, quiero ser un niño todo el tiempo. Soy un feto al que le gana el desgano. Me escudo en que estoy explorando mi mundo onírico para dormir como marmota. !Que gran estupidez!
Anoche no pude dormir nada pensando todo esto, repasando mis accidentes, preguntándome por qué me mandaron estas pruebas. Estoy muy agradecido porque el jalón de orejas no fue tan duro.
He leido mucho sobre la pereza, mi gran defecto, busco por todo lado palabras que me ayuden, para ser más consciente. Pero demuestro que cualquier consciencia que no lleve a la acción es inútil. 
Por ejemplo, acabo de encontrar esto.

PEREZA:
.-Es querer seguir en el vientre materno.
.-Querer estar tratado, en lugar de querer sanarse.
.-Es vivir dentro de un muerto
.-Es pensar que no se está curado, para seguir teniendo los beneficios de la enfermedad
.-Es ser un huevo persistente
.-Es no querer aceptar la felicidad

La pereza es la madre de todos los vicios, que según Alejandro Jodorowsky puede reducirse a: “La pereza es la madre”
Si el consultante es incapaz de levantarse temprano por la mañana, costándole demasiado empezar el día, está preso en una indisciplina infantil, con ansias de una madre cariñosa. Comenzar el día significa crecer, hacerse adulto. La cama es un sustituto del vientre materno que no termina nunca de gestarlo…

En este momento me odio porque no pude aprovechar el día de hoy porque dormí para reponer el sueño. Ahhhhhhhhhh.
¿Estoy esperando otra lección más fuerte para ver si despabilo? 

Por otro lado, ¿por qué me estoy moviendo un poco como mi mamá?

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